Biblioteca de la Guitarra y Cuerda Pulsada

Biblioteca de la Guitarra y Cuerda Pulsada

Autor: Desconocido

Cantes de Levante, Cantes de las Minas

 47 1

¿Cante de Levante? ¿Cante de las Minas? Ésa ha sido la doble interrogación que, desde hace tiempo, han venido planteándose algunos especialistas del flamenco, sin llegar a ponerse de acuerdo para fijar una única denominación que identificase a este ramillete de cantes flamencos.

Se ha defendido la idea de que lo más lógico sería denominarle "Cantes de las Minas", en razón de que la mina sería el nexo común que diera el nombre a estos cantes. Otras posiciones, en base al prestigio reconocido que tiene la denominación de "Cante de Levante", argumentan que sería un demérito rechazar este apelativo. En este sentido se ha llegado a proponer, "a modo de teoría" que "hay que diferenciar el levante geográfico de España del levante posicional de Andalucia" (Juan Ruipérez Vera.- Revista "Candil" nº 86). Según esta teoría, el levante murciano corresponde al oriente geográfico de España y el oriente de la Comunidad Andaluza está constituido por Almería, Granada y Jaén.

Según Ruipérez Vera el levante murciano adaptó su propio folklore al flamenco y desde sus raices configuró sus cantes y estilos que, dentro de la región murciana, nacieron en la comarca conocida como "Campo de Cartagena", siendo su eje principal la ciudad de Cartagena y su Sierra Minera. En el levante andaluz (Almería, Jaén y Granada) existen cantes y estilos del mismo corte musical que los habidos en el levante español (Murcia), conocidos hoy como "Cantes de Cartagena". En resumen: 1) Sólo a los cantes de Cartagena se les puede llamar "Cantes de Levante" por derecho propio. Los "Cantes de Cartagena" comprenden los "Cantes mineros" y el resto de los "Cantes de Cartagena". 2)Los "Cantes mineros" comprenderían Almeria (fandangos, taranta, taranto) y Jaén (taranta).

Para Génesis García Gómez "los cantes mineros son vecinos, efectivamente, de fandangos y malagueñas, por lo que la denominación de "Cantes de Levante" se hace extensiva a todos ellos, mientras que la de los "Cantes Mineros" se entiende como un subgrupo en torno al mundo musical del taranto y al de las cartageneras. Otras veces se reconoce como "Cante Minero" el de Almería y Jaén y como "Cante de Levante" el de Cartagena y La Unión. Hay un dato histórico y geográfico que justificaría esta localización exclusiva para los "Cantes de Levante", ya que Sierra de Levante era denominada la "sierra minera", por estar situada al este de Cartagena". Y continua Génesis García Gómez: "La discografía antigua prefería las denominaciones generales, sobre todo la de "cantes por tarantas", bajo la que podia interpretarse la prática totalidad de los cantes mineros. Grabados como tarantas pueden escucharse frecuentemente tarantas, tarantos, murcianas o cartageneras. Los nombres de "minera" o "murciana" podían también ser usados con carácter abarcador, puesto que se identifican como "Cante de las Minas". Incluso se ha empleado el nombre de "Cantes de Madrugá". Llegado a este punto Génesis García Gómez plantea la dificultad que supone el análisis serio de clasificación de los caracteres melódicos de los grupos de cantes, dificultad que en el caso concreto de los cantes mineros y de levante se ve incrementada por el conjunto de circunstancias que se dieron en el origen y formación de estos cantes: "De cualquier manera, las afinidades musicológicas, que serían las únicas coherentes para clasificar grupos de cantes están por estudiar. Si lo estuvieran habría que proponer otras clasificaciones geográficas complementarias, porque los cantaores de flamenco llevaron a cabo cruces de músicas y estilos a base de coger materiales de aquí y allá, como tantas veces se había hecho a lo largo de la historia de la música popular."

En el mismo sentido de la dificultad de fijación de los caracteres de los cantes se expresa J. M. Caballero Bonald: "Es tal la abundancia de matices del cante y de la guitarra en lo que se refiere a ornamentos melismáticos, floreos y cromatismos, intervalos de semitonos y distribución de tiempos y compases, que viene a ser literalmente imposible intentar transcribirlos con una mínima exactitud al pentagrama. Los sistemas usuales de anotación musical resultan insuficientes para intentar abarcar ese denso universo de ritmos, melodías y armonías". Por todo ello, el estudio de los caracteres melódicos del flamenco supera los propósitos del escritor de temas flamencos, al tratarse de una labor que básicamente se incardina en el campo de la técnica musical. Además, y como señala Caballero Bonald "los mismos cantaores y tocaores se encargan siempre de hacer aún más inalcanzable el empeño, creando sobre la marcha una enmarañada e irreductible madeja de inesperados acordes y súbitos cambios de modulaciones".

Para el prestigioso autor de temas flamencos José Blas Vega, "Cantes de Levante" es una denominación que se emplea por los artistas y aficionados para nombrar conjuntamente los estilos propios de la zona geográfica de Levante. De Granada la granaína, media granaína y fandangos; de Málaga, malagueñas, rondeñas, jaberas, verdiales, fandangos; de Jaén tarantas y de Murcia cartageneras, tarantas, mineras, fandango minero, levantica y murciana.

En consecuencia, y de acuerdo con el criterio de Blas Vega, dentro de los estilos denominados "Cantes de Levante" existe un grupo que denomina "Cantes de las Minas", por el hecho de estar vinculado a poblaciones o zonas de minas, donde, en su entorno, tuvo lugar el nacimiento y desarrollo primitivo de estos cantes, antes de que pasaran a dominio de artistas profesionales. En sus letras se refleja el ambiente y la problemática de los mineros.

Por su claridad y lo razonable de su exposición, adoptamos la clasificación de Blas Vega y centramos nuestro estudio de los cantes mineros en el triángulo compuesto por las provincias de Almería, Jaén y Murcia. Los demás "Cantes de Levante" se tratan al referirnos a los cantes de las provincias de Granada y Málaga.

¿Donde estuvo el origen del cante minero? La mayoria de los autores no se pronuncian respecto a esta cuestión. Para Á. Álvarez Caballero la semilla estuvo en Almería. Según este autor "de los ciclos que indefectiblemente se producen en torno a la ecuación cante/mina, el primero de todos se produce en Almería". Y lo sitúa cronológicamente en el año 1838 que fue cuando se produjo el descubrimieento del filón "Jaroso", en la Sierra de Almagrera. El hecho produjo una corriente inmigratoria espectacular. Y allí, en el ámbito almeriense, comenzarían a oirse los primeros cantes de lo que más tarde se llamó "Cante de Levante" o "Cante de las minas".

Los tarantos, tarantas, mineras, cartageneras, ...son cantes nacidos en aquella época que expresan los hechos que acontecen en el mundo del minero. Y hay que resaltar que en la expresión de las letras de esos cantes tuvo gran influencia la vinculación al cantaor del trovero, coplero popular que convivía en la dura realidad diaria con el cantaor.

Durante la primera mitad del siglo XIX, el triángulo minero formado por las comarcas almeriense, cartagenera y jiennense incrementaron extraordinariamente su producción. Este hecho dio lugar a que, a partir de entonces, se relacionaran la vida de sus hombres y, en consecuencia, su trabajo y su cante. Los beneficios económicos de aquel tráfico industrial y comercial llegaban a La Unión, Cartagena... y todo ello se reflejaba en el ambiente popular. Como ejemplo: En 1871 se inaguró un tranvía de vapor que uniría Cartagena con Herrerías. La reacción popular fue extraordinaria, como puede apreciarse por las coplas:

 

De Cartagena a Herrerías

han levantao una pared;

por la pared va la vía

y por la vía va el tren,

y en el tren la prenda mía.

 

A la par que los mineros, hay que tener en cuenta, dentro del conjunto protagonista del cante diario que se organizaba una vez terminada la jornada de trabajo, a los arrieros y tartaneros. Los arrieros eran cantaores por tradición, gracia que se heredaba de padres a hijos y que ejercían desde el amanecer, cuando se comenzaba con el aparejo de la recua:

 

El arriero que no canta

aparejando su recua

es que ha pasao mala noche

o no le sale la cuenta.

 

Algunos de los arrieros han quedado reflejados en las letras del cante:

 

Soy del reino de Almería

donde nacen los tempranos,

y al amanecer el día,

me encuentro a Pedro el Morato

vendiendo verdulería.

 

También la figura del tartanero fue popular y estuvo cercana a las cuestiones relacionadas con el cante:

 

Los pícaros tartaneros,

un lunes por la mañana,

les robaron las manzanas

a los pobres arrieros

que venían de Totana.
 

Un hecho que también tuvo su reflejo en la copla flamenca fue la instalación del cable aéreo, que sustituía, en ocasiones, a los animales, para el transporte de mineral. Este hecho lo reflejó don Antonio Chacón en una cartagenera muy conocida:

Con el tiempo variable,

los vientos son desabrios,

y dicen los contratables

que "to" aquel que esté aburrio

vaya a trabajar el cable.

 

El incremento de la población en esta época, constituida por gentes del campo cartagenero, mineros de Jaén, campesinos de Murcia y Cartagena... propiciaba un encuentro de personas que, fuera de la jornada de trabajo, llenaban las tabernas y cafés donde, a la par que la bebida, se buscaba el cante. Ello supuso para el cante minero una expansión extraordinaria.

¿Quienes fueron los iniciadores de los cantes a los que después se daría el nombre de "Cantes de las Minas"?

El mundo de los mineros cantó las tarantas, tarantos, cartageneras, mineras... por boca de sus antepasados remotos. En el inicio fueron unos cantes sin nombres. Seres anónimos que han quedado a través del tiempo en el alma de sus letras. No obstante, siempre hay unos nombres que se retienen en la memoria y se mantienen sin ser borrados por la marcha del tiempo. En ellos se percibe ya unos rasgos de profesionalidad: Pedro "El Morato", Frasquito Segura "El Ciego de la Playa", Juan Martín "El Cabogatero"...

Pedro "El Morato" fue, en esta primera etapa de los cantes mineros, una figura representativa. Natural de Vera, fue cantaor y trovero. Se dedicaba a la venta ambulante y al trato, y viajaba frecuentemente de Almería a Cartagena, influyendo en los cantaores de la región murciana. Se le considera el exponente de la pureza en tarantas de su tierra natal. En sus coplas se reflejan pinceladas autobiográficas:

Me llamo Pedro "El Morato"

y soy natural de Vera,

con mi guitarrica en la mano

vaya tela y venga tela,

vaya telica de verano.


Pedro "El Morato" se ha presentado por Á. Álvarez Caballero como ejemplo de cantaor común en aquellos tiempos. Se le considera como colaborador en la elaboración de varios estilos de la zona. Por ejemplo, la taranta primitiva, el taranto, la murciana... "En `El Morato` —nos dice Á. Álvarez Caballero— estaba ya, probablemente, casi todo el cante de levante que ha llegado a nuestro tiempo".

Martín "El Cabogatero", era el nombre artístico de Juan Martín. Nació en el cabo de Gata (Almería)y fue un gran creador de los cantes de su tierra natal.

A Francisco Segura "El Ciego de la Playa", se le conocia también como Frasquito "El Ciego". Fue de los primeros cantaores que se apartaron de la linea de Juan Breva para acercarse a los actuales estilos levantinos. Se cree que nació en Almería hacia 1840. Fue guitarrista, cantaor y también fue poeta, autor de las letras que cantaba. Blas Vega afirma que la malagueña de "El Canario", engrandecida por Chacón, "Viva Madrid que es la Corte", tiene su fundamento en una primitiva de "El Ciego". Una de sus inspiradas letras era:

Que van a poner un faro

en el castillo de San Telmo,

y un cañón de artillería

pa que se sienta el disparo

en el reino de Almería.

 


Cartagena

A partir de 1840, en los criaderos almerienses se registraba un importante retroceso y, como consecuencia, se produjo una nueva "fiebre minera" en dirección a las tierras de Cartagena. Tal fue la importancia de la invasión que la proporción entre los recién llegados y al población originaria de la zona era de 8 a 1. A semejanza de lo que se produjo en Almería, renace en Cartagena la creación de un ambiente, donde el cante se presenta como atracción principal, y con el cante las tabernas, ventas, cafés... se constituyen en lugares de encuentro de mineros, tartaneros, tratantes, carreteros...

Si tuviéramos que resaltar cuál fue la plataforma desde la que el cante minero alcanzó su mayor reconocimiento tendriamos que citar a los cafés cantantes. Primeramente en Almería y, más tarde, en Cartagena/La Unión, cuando el auge de la explotación minera se desplaza a esa zona.

Un acontecimiento de gran importancia fue la llegada a La Unión de Antonio Grau Mora ("El Rojo el Alpargatero"), en fecha que varía según el autor que ha tratado el tema. Blas Vega y Ríos Ruiz afirman que fue en 1885. Lerga Lancharro opina que fue en 1887 y, por su parte, Álvarez Caballero asegura que la verdadera fecha de la llegada fue el año 1890.

El hecho de la llegada aparece reflejada en una copla muy conocida:

Ha llegado un forastero

a la Sierra de La Unión,

no trabaja de minero,

lo llaman en la región

"El Rojo el Alpargatero".


"El Rojo" inicia su actividad en La Unión regentando una amplia posada, que iría aumentando con su correspondiente sala de juego y café cantante. Tenía entonces "El Rojo el Alpargatero" cuarenta y dos años (había nacido en 1847 en Callosa de Segura, Alicante).

 

Desde joven,y debido al color de su pelo, se le empezó a conocer por "El Rojo". El segundo sobrenombre proviene del negocio de fabricación y venta de alpargatas a que se dedicaba su familia. Existe también la opinión de que el sobrenombre de "Alpargatero" le viene de su propia actividad, realizada por el cantaor en Almería en sus años jóvenes.

Lo cierto es que "El Rojo el Alpargatero" fue empresario y artista, ya que, desde que llego a Almería (años 1873 a 1874) comenzó tambien para él una verdadera carrera artística, que simultaneaba con su negocio de alpargatas. Con anterioridad, "El Rojo" vivió en Málaga en 1880, y en esta ciudad ya se dedicaba exclusivamente al cante. En 1886 reside en Sevilla y en 1889 se encuentra en Cartagena. Finalmente recala en La Unión, en 1890, y comienza a regentar, como ya se ha dicho, un céntrico café, en la calle Mayor. En 1896, el café cantante baja a la categoría de establecimiento de venta de vinos y aguardientes, nueva aventura comercial que apenas dura un año, ya que a partir de 1897 Antonio Grau no figura ya en la relación de comerciantes de La Unión. No se sabe más del cantaor hasta el momento de su muerte, acaecida diez años más tarde.

El "Rojo el Alpargatero" vivió plenamente su doble condición de artista y empresario. Hombre inteligente y de gran carácter, conoció la zona minera de La Unión y comprendió que era el lugar apropiado para instalar un café cantante, pero llegó en una época en la que La Unión ya no era el sitio adecuado para hacer fortuna.

Por Á. Álvarez Caballero se ha calificado al "Rojo" como "un hombre que jerarquizó los cantes minero-levantinos como nadie lo habia hecho antes que él". Según el citado autor: "Hasta El Rojo el Alpargatero los cantes minero-levantinos apenas eran más que unos aires de relativo valor, con un desarrollo casi embrionario. Después de él encontramos ya una parcela perfectamente estructurada de estilos, que hoy conforman una rama frondosa y riquísima del árbol el flamenco".

Génesis Garcia Gómez opina, por el contrario que: "El Rojo el Alpargatero fue un mito para el cante, quizá más que por su propia dedicación, por la cantidad de establecimientos que abrió entre La Unión y Cartagena. En estos cafés daba trabajo a otros artistas. Él fue la figura más representativa de los cantes de Levante". "Se ha dicho, a veces, que el "Rojo" fue el creador del cante de las minas. No obstante, la gran popularidad del "Rojo" no quiere decir que sus méritos como cantaor llegara a ese extremo. El"Rojo" fue popular, en primer lugar, por la gran cantidad de negocios que creó, donde encontraron trabajo muchas personas. Fue el gran patriarca, dueño de tabernas, posadas y cafés cantantes".

Según Blas Vega, "al Rojo le gustaba, de madrugada, ponerse en la ventana a presenciar la marcha hacia las minas de los mineros, quienes con su trapico y su carburador iban entonando la "madrugá". Todas estas horas de escucha, y el impulso creador que llevaba dentro de sí, fueron los materiales que le sirvieron para engrandecer los cantes mineros, introduciendo, junto con su personalidad, nuevos tonos, creando un proceso de superación dentro de la más estricta línea de pureza".

Se cita una copla cantada por Escacena, en un café cantante de Madrid:

En la calle de Canales

se me perdió mi sombrero,

y se lo vino a encontrar

el Rojo el Alpargatero,

y no me lo quiso dar.


Esta copla fue respondida por El Rojo:

Anda diciendo Escacena

que yo tengo su sombrero

y a presidio me condenan,

pero sabe el pueblo entero

que él no estuvo en Cartagena.


Como cantaores contemporáneos del Rojo pueden citarse a Chilares, Enrique el de los Vidales, Pechinela, Pajarito, Paco el Herrero y Concha La Peñaranda. Entre ellos, a veces, delimitaban su propio ámbito de actuación:
En la Sierra de La Unión

no cantan los forasteros

mientras que vivan Chilares,

El Rojo el Alpargatero

y Enrique el de los Vidales

Comentarios sobre los cantes mineros
Para José Blas Vega la formación de estos cantes se define por dos líneas que denomina "estético-sensitivas": la vital y la musical.

La vital tiene su base en el carácter levantino y andaluz, lo que hizo que el cante para esos pueblos fuese siempre una necesidad, de acusada raiz biológica. Y Blas Vega se apoya en palabras de Asensio Sáez: "Una necesidad irrefrenable, casi fisiológica, nacida del reencuentro del hombre que escapa cada jornada del riesgo de la mina, con la vida exultante que le aguarda fuera del pozo, le empuja al mismo la sangre hacia la garganta hasta hacerle chorro de copla florecida:

Bajo a la mina pensando

si yo volveré a subir,

mientras bajo voy rezando

y cuando vuelvo a salir

me paso el tiempo cantando.


Línea musical.- Su sentido musical se forma partiendo de la base del fandango regional, y señalando tres fases principales:

  1. Dentro de las migraciones mineras, añoranzas de los cantes andaluces. La sierra minera de Cartagena tuvo necesidad de una gran demanda de mano de obra, por lo que acudieron familias enteras a trabajar al nuevo, floreciente y prometedor futuro que se abría. Fue Andalucía quién suministró estas migraciones, principalmente Granada, Jaén y Almería.

  2. Acoplamiento de las propias tonalidades. Aquí ejerce una influencia decisiva la antigua murciana y varios estilos de malagueñas (en su forma puramente folklórica) aunque más bien de ornamentación que de fondo, pues ya en el Sierra de Cartagena y en los pueblos que se cobijan en su seno, vibraba de antiguo un cante característico, el "cante de la madrugá", naciendo la taranta de estilo cartagenero, y de ese cante matriz, la cartagenera. De tan espontánea y casi biológica creación partió El Rojo el Alpargatero.

  3. Aportación personal de los grandes maestros locales. Estos cantes empezaron a difundirse fuera del ámbito regional, lo que permitió el enriquecimiento musical por medio de las concomitancias musicales mantenidas con otras zonas cantaoras. Estas concomitancias fueron principalmente con: a)Almería, a través de El Ciego de la Playa y de Pedro el Morato; b) Málaga, a través de La Trini y El Canario; c) Jaén, en las tierras mineras de Jaén, Linares, La Carolina, se iba perfilando la personalidad de su taranta, que contó con nombres como Basilio, El Tonto de Linares, El Bacalao, El Cabrerillo...

Si hay que resaltar una figura del flamenco que contribuyó a difundir el cante minero y de Cartagena a nivel nacional, esta se encarna en Don Antonio Chacón que popularizó y engrandeció este cante.

En opinión de Génesis García Gómez "los cantes mineros (tarantas, cartageneras, tarantos, mineras, levanticas, murcianas) se resuelven en arcos melódicos libres a los que la guitarra acompaña para dar salida, apuntar los tonos cumbre del cante e intercalar sus propias fantasias. Pero al no ser cantes a compás, la guitarra los secunda, los subraya, pero no los mide ni los limita, lo que permite al cantaor llevar y traer su cante desde los tonos tensos, disonantes y profundos del quejío, hasta la distensión, consonancia y calma de las resoluciones finales. Las mineras, tarantas, tarantos, murcianas, levanticas... tienen como característica principal su carácter musicalmente abierto. Los cantaores los dotaron de categoría artística y fueron los que contribuyeron a su riqueza, en cuanto a la variedad de cantes que forjaron. No obstante estos cantes no se sujetaron a formas acabadas, a reglas que delimitaran el ámbito musical del propio cante. Solamente las cartageneras, sin perder la libertad expresiva del grupo de cantes donde se le encuadra, pueden considerarse como cantes cerrados y eso en virtud del genio de los maestros que la fijaron, que fueron la cartagenera-taranta de Chacón y la cartagenera-malagueña del Rojo el Alpargatero. Génesis García les da el nombre de "cantes cerrados de los maestros", en razón a que se los conoce por su forma cerrada y estable y a que tienen como referencia el nombre de los maestros que las fijaron en sus límites musicales.

Para Ángel Álvarez Caballero, el estilo de mayor entidad de los cantes mineros es la taranta, siendo el taranto de la familia de la taranta, y que irradió de Cartagena a Linares y Almería, principalmente. Del taranto Manuel Torre hizo una memorable versión gitana. La nómina de estilos se cierra con la cartagenera o fandango de Cartagena, la minera, la murciana, la levantica y el fandango minero.

Cuando el flamenco subió al escenario, en la calificada "etapa teatral" del flamenco, los cantes mineros fueron objeto de preferencia, junto con los fandangos, los cantes de Málaga... Es decir todos aquellos que por su carácter de cantes libres se prestaban más a la aceptación del público. Cuando años después, se produjo el reencuentro con la hondura flamenca, que hiciera la generación de los cincuenta, los cantes de las minas fueron marginados. Posteriormente, entre los años sesenta y setenta estos cantes volvieron a ser apreciados bajo un prisma de afición flamenca más riguroso. A esta reacción estilística ayudó mucho la convocatoria del Festival Nacional del Cante de las Minas, en 1967, que desde dicho año viene celebrándose en La Unión.

 

DISCOGRAFÍA RECOMENDADA
Cante Minero y Cante de Levante.- Sonifolk, 2003
Festival Nacional del Cante de las Minas - Antología.- R.N.E., 2004
Por Tarantas, tarantos, cartageneras y Mineras.- E.M.I.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Génesis García Gómez.- Cante Flamenco, Cante Minero.- Anthropos, 1993
José Blas Vega.- Cante Minero y Cante de Levante.- Sonifolk, 2000
Ángel Álvarez Caballero.- El Cante Flamenco.- Alianza Ed., 2004
J. M. Caballero Bonald.- Luces y Sombras del Flamenco.- Fundación J. Manuel Lara.- Sevilla, 2006


Los enlaces publicados en La Biblioteca de la Guitarra solo tienen un fin educativo y de difusión, no comercial. Si algún compositor, intérprete o empresa, por cualquier motivo, considera que un archivo que aparece en este canal vulnera los derechos de autor, infórmenos y se eliminará.

0 Comentarios:

  • No hay comentarios

Las cookies nos ayudan a ofrecer nuestros servicios. Al utilizarlos, aceptas que usemos cookies. Más información

Aceptar