Biblioteca de la Guitarra y Cuerda Pulsada

Biblioteca de la Guitarra y Cuerda Pulsada

Leckie, Walter (Inglaterra, S. XIX)

Guitarrista inglés, aficionado, discípulo del gran Tárrega, quien le dedicó su hermoso "Preludio N.º 5 en Mi mayor". Leckie tocaba la guitarra desde muy joven, adiestrándose en los años que estuvo radicado en Sud América, contratado en su calidad de médico por el gobierno de Chile, prestando servicios en la flota comandada por el célebre almirante Arturo Prat. De los estudios, llevados bajo la dirección de Tárrega, quedó una gran amistad entre ambos, reflejada en recuerdos y datos que tengo al respecto y fotografías donde aparecen juntos, unidos ·por el cariño común que profesaban al instrumento. Una de éstas fué publicada en la revista "Arte y Letras" de Castellón de la Plana, N.º 10, pág. 16 (15-XII-1915) ; figuran en ella los guitarristas, acompañados por miembros de sus familias, veraneando en un jardín de la hermosa Niza, y aparecen allí con sus respectivos instrumentos. Al pie se lee la siguiente leyenda ( textual): "A mi muy Noble, buen Amigo y querido Maestro, en recuerdo cariñoso de nuestra invariable amistad y de los dos meses (Enero-Febrero 1894) tan felices, pasados en Nice. Villa Verán 34 bis, Rue Meyerbes. Su Amigo del alma y muy reconocido discípulo. Gualterio Leckie. Al Eminente y célebre Maestro D. Francisco Tárrega. Mayo 14-1894". Leckie llevó consigo a Tárrega por distintas partes de Europa, aunque esta esplendidez no llegaba a tener la magnitud de su gran excentricidad. Esto y otras cosas muy sabrosas pude comprobarlas al trabar conocimiento con él en Europa, tiempo en que tuve la suerte de que me cediera la conocida fotografía que se dió en llamar "Audición íntima", y que, gracias a esta obsequiosidad, se ha extendido reproduciéndose tanto por la Argentina y otros países. Reproduzco de ella, extractada al pie de la letra, por creerlo de interés, la dedicatoria con que se fué obsequiada ( textual) :

"París l .° Decenibre, 1910.-Recuerdo de mi Viejo querido Amigo "El Eminente - Guitarrista" D. Francisco Tárrega "Sin embargo siendo muerto, "Viverá siempre en el Corazón de su fidel nuevo amigo Gualterio "de la Mancha". Leckie. A un costado: Al noble Simpático Amigo Sr. Profesor Domingo Prat".

En la visita que en 1911 hice a Leckie, en Marsella, me ofreció varios interesantes manuscritos, entre ellos el conocido y delicado preludio de Tárrega, titulado "Lá­grima", en tres partes: una de ellas desconocida, hasta qúe la casa "Romero y Fernández" , de Buenos Aires y Daniel Portea en su Bibliblioteca de Madrid, la entregaron a la imprenta. Algunos desconocedores negaron la paternidadde esta parte del preludio al distinguido maestro de Villarreal; pero en tal caso confirmo con los rnejores datos de autenticidad  el aserto en que torné parte.

Este original personaje guitarrístico inglés, pariente de la esposa del novelista Conan Doyle, gozó de una pensión oficial vitalicia del gobierno de Chile, como héroe de las jornadas de la flota, al comando de Prat. De las excentricidades que conozco de Leckie, deduzco lo que habrá sufrido el delicado espíritu de Tárrega en las temporadas que tuvo que pasar junto al personaje inglés y deseo sinceramente que en las regiones celestes no se hayan encontrado, para no aguantar el español los tormentos de la compañía de este inglés extraviado.

El gran compositor violinista Juan Manén publicó en la revista "Arte y Letras", N.º 19, de Castellón, un artículo dedicado a Tárrega, del que saco estas líneas que traduzco a nuestro idioma: "Acompañaba o perseguía en aquel entonces (1892) , a Tárrega un inglés excéntrico, gran amante de la guitarra y discípulo suyo. / Era el inglés un hombre simpatiquísimo; locuaz y franco, que escandalizó, con sus modalidades, mis convicciones; pues, para mí no existía otro tipo de inglés que aquel de Julio Verne: impasible, metódico, correcto, vistiendo levita y sombrero de copa alta, lo mismo en el desierto que en medio del océano o en plenas tierras árticas. / Un inglés, pulsando la guitarra, era para mí casi una blasfemia; pero si además el inglés reía, hablaba para los cocheros y hacia chistes, francamente resultaba insostenible en mi imaginación. / Tomó parte en nuestro concierto, realizado por Tárrega y Manén en Sabadell, y, si mal no recuerdo, ejecutó un solo número: una "Marcha. Se le aplaudió mucho; primero, porque un inglés, con una guitarra, es una visión de dos principios que recíprocamente se repelen; es ya un hecho insólito que prococa el aplauso espontáneo; después, porque con el calor del teatro y el entusiasmo rítmico de la "Marcha", su temperamento, predispuesto se exaltó de tal modo, que, al finalizar, había descuajaringado la guitarra a golpes, rompiendo cuerdas y despidiendo en su entusiasmo como un proyectil de la "Marcha", el banquito de apoyar el pie, sobre un espectador asombrado. Nunca más he encontrado al inglés: tipos tan extraordinarios no reaparecen, creo yo, en la vida de un hombre . . ."

Tuve oportunidad· de ser testigo y parte provocante. si se quiere, de la más regocijante de sus aventuras, aventuras que nos recuerdan las del célebre personaje de Carlos Dickens, Pickwick. Llegó Leckie a mi casa de Barcelona, a visitarme; traía al hombro, una espléndida guitarra García, y al hombro con ella, y su infantable pintoresco traje a cuadritos, entró en mi casa. Los miembros de mi família se escondieron para no romper a carcajadas ante tamaño personaje. Muy dueño de si mismo. Leckie tomó asiento donde le vino en gana. sin espera invitación. Pasamos, claro, una tarde guitarrisrica: vez en cuando echaba mano a una cantimplora que llevaba atada al cinto, debajo del saco, y bebía. No recuerdo durante cuantas horas me entretuve frente a él; es el caso que, cuando lo despedí, en la puerta, se alejó nuevamente con la guitarra al hombro; por momentos se daba vuelta gritándome: ¡ Adiós Bonaparte! -así me llamaba-. Mas, en una de sus tantas vueltas en que levantaba en alto su instrumento, no se percató de que un panadero se acercaba cargando en sus espaldas una enorme canasta de pan; y sucedió lo inevitable: chocaron con tan mala suerte, que el panadero volcó su producto sobre la humanidad del médico inglés, que no atinaba ante la sorpresa tan de jauja, a darse exacta cuenta de lo sucedido. No por éso soltó de la mano su guitarra, que defendió valerosamente, pero, cual grotesca estampa decorativa dentro la apacibilidad de mi calle barcelonesa, Leckie seguía blandiendo más alto su guitarra y en sus cuerdas enredada la enorme canasta, que dejaba caer su último pan sobre la cabeza del inglés. No paró aquí el final de su aventura, pues cuando, no pudiendo soportar la visible escena callejera, me introduje en casa, encontré a mi madre, que, protestando decía: "Inglés descarado! ¡ Indecente!", indicándome, a la vez, el sillón en que estuvo sentado . Efectivamente, una mancha me llamó a revelación, comprobándolo el aromático perfume del licor de la cantimplora que ésta, nada bien cerrada, vertiera: W. Leckie quedó como inglés, y no como se habia sospechado

Diccionario de Guitarristas. Domingo  Prat (1934)

 

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