El cuatro venezolano: continuidad y evolución con respecto a la guitarra renacentista
Desde su temprana introducción en América, a principios del siglo XVI, la guitarra renacentista de cuatro órdenes (el instrumento acompañante del humilde conquistador español) floreció de tal manera en nuestro continente que se constituyó, desde ese momento, en el punto de partida para el desarrollo de una amplia familia de instrumentos de cuerdas pulsadas, “guitarras americanas” que, con sus similitudes y diferencias, se yerguen hoy como fecunda descendencia de aquel remoto antepasado. En el caso venezolano, el cuatro –denominación, por cierto, relativamente reciente–, en su periplo histórico, parece haberse mantenido al margen, en muchos de sus elementos constitutivos, de la evolución operada por la guitarra española a ambos lados del Atlántico durante casi quinientos años. Así, podría afirmarse que en su versión criolla más extendida (cuatro órdenes simples), el cuatro representa una curiosa demostración de continuidad –en tanto elemento vivo en las tradiciones venezolanas– de un instrumento que hace ya mucho tiempo desapareció de las prácticas musicales del pueblo llano español, salvo por su lógica permanencia en ensambles e intérpretes dedicados actualmente a la ejecución de la música antigua...
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