Excelente músico de la canción popular; el más genuinamente porteño y sentimental de los que cultivan su género. La guitarra representa en la vida de Filiberto la entrada a la música. El mismo lo dice, cuando afirma en un reportaje que el escritor Arturo Silvestre le hiciera para la revista "Mundo Argentino": "Me he hecho músico en la guitarra que le robé a un inglés alegre". Formó parte en múltiples rondallas de guitarreros que recorrían en tren de serenata el pintoresco y típico barrio "genovés" de Buenos Aires: la Boca; más tarde se acoplaron a estos músicos juerguistas, violines y otros instrumentos, tomando los grupos una categoría respetable. Su inquietud y la necesidad grande que tenía de proporcionarse los medios más necesarios de vida, le llevaron al estudio del piano, violín y más tarde armonio, tocando por los cines, y ejerciendo a la vez de afinador de pianos. La ciudad de Buenos Aires le ha rendido a Juan de Dios Filiberto un homenaje que alcanzó magnitudes extraordinarias, en la Sociedad Rural Argentina, como al hijo que mejor ha expresado por intermedio de la melodía, la particular espiritualidad del alma porteña. En el corazón mismo de la populosa barriada de la Boca, muy cerca de los astilleros, Filiberto tiene una hermosa casa-chalet, en la cual han trabajado para su construcción y ornamento, los mejores artistas pintores y escultores argentinos, tales como el talentoso Augusto Riganelli, que modeló un magnífico bajorrelieve titulado "La Canción Popular", y en donde la figura central que tematiza la obra está representada con una guitarra: el instrumento nacional por excelencia y el que mejor simboliza la canción popular argentina. La mansión de Filiberto es el punto obligado de reunión de todos los artistas y bohemios que se cobijan en las bohardillas de la gran metrópoli sudamericana.

Diccionario de Guitarristas. Domingo Prat (1934)