Biblioteca de la Guitarra y Cuerda Pulsada

Biblioteca de la Guitarra y Cuerda Pulsada

Granados, Enrique (España, 1867-1916)

Pantaleón Enrique Joaquín Granados Campiña, más conocido como Enrique Granados (Lérida, 27 de julio de 1867-canal de la Mancha, 24 de marzo de 1916) fue un compositor, pianista y pedagogo español vinculado a los movimientos modernistas.1​ Es conocido principalmente por su obra pianística, especialmente por la suite Goyescas (1911), en la que basó también la ópera homónima.

Creó la escuela de piano en Barcelona, que ha producido figuras tan relevantes como Frank Marshall, Monserrat Torrent, Rosa Sabater, Alicia de Larrocha y Douglas Riva. Suele encuadrársele en los movimientos modernistas, especialmente en el simbolismo.2​ Murió en el naufragio de la nave Sussex, en el canal de la Mancha, al ser torpedeada por la armada alemana en el transcurso de la Primera Guerra Mundial.

El fondo personal de Enrique Granados se conserva en la Biblioteca de Cataluña y en el Museo de la Música de Barcelona.

Biografía

Infancia

Enrique Granados fue hijo de Calixto Granados Armenteros y de Enriqueta Elvira Campiña. El padre había nacido en la entonces provincia española de Cuba, y era coronel de infantería. Elvira había nacido en Santander, Cantabria.

Enrique Granados, cuyo nombre completo era «Pantaleón Enrique Joaquín Granados Campiña», nació en Lérida el 27 de julio de 1867, donde su padre se encontraba destinado en ese momento, pero poco después la familia se trasladó a Canarias al haber sido nombrado el padre gobernador militar de Santa Cruz de Tenerife. Los Granados permanecieron allí tres años y medio, que fueron suficientes para dejar una huella indeleble en el pequeño Enrique. Granados recordaría en años sucesivos con inmenso cariño aquel tiempo en Canarias, refiriéndose frecuentemente al huerto de naranjos y limoneros que veía desde su ventana de su casa como «el paraíso de su infancia».

En 1874 la familia se trasladó a Barcelona. La familia se afincó inicialmente en el carrer Fenosa, y posteriormente en el paseo de Gracia. Para entonces Enrique ya denotaba una clara inclinación hacia la música, que sus padres estimularon con la ayuda de un compañero de su padre, el capitán José García-Junceda,3​ quien dio al pequeño Granados sus primeras lecciones de música y recomendó a los padres contratar un profesor de piano, Francisco Javier Jurnet que le dio clases entre 1878-1882.4

Granados no fue escolarizado a causa de su delicada salud, lo cual le permitió concentrarse en sus estudios musicales. Al parecer, Enrique tocaba frecuentemente para los visitantes y uno de estos, el pianista Joan Picó convenció a su madre para que fuesen a visitar al maestro Juan Bautista Pujol (1835-1898), considerado por aquel entonces como el mejor profesor de piano de Barcelona.3

Pujol era un pianista brillante y un conocido compositor. Había estudiado en el Conservatorio de París con Charles Wilfrid de Bériot, alumno a su vez del mítico Sigismond Thalberg, Pujol había escrito un nuevo método para el estudio del piano, el Nuevo mecanismo del piano sobre el que, además de Granados, se formaron otros compositores de la época tales como Isaac Albéniz (1860-1909), Carles Vidiella (1856-1915) y Joaquim Malats (1872-1912). La contribución de Pujol a la fundación de la llamada «Escuela Catalana de Piano» ha sido definida como «una contribución al énfasis en la claridad, color y dominio de los secretos de los pedales… un estilo de interpretar que sugiera improvisación, con los encantos añadidos de elaboración y embellecimiento que conlleva».

Granados comenzó sus estudios con Pujol en 1882. El 27 el mayo de 1883 fue premiado junto con varios compañeros en un concurso de la Academia para pianistas noveles, en el que la obra obligada era a Sonata en sol menor de Schumann así como una obra encargada por Martínez-Imbert cuya partitura veía por primera vez.5​ Entre los miembros del jurado estaban Isaac Albéniz y Felipe Pedrell (1841-1922). Parece que aquella fue la primera ocasión en que Granados se encontró con este importante crítico, musicólogo, profesor y compositor del que recibió consejos sobre instrumentación a partir de 1891.6​ Aunque Granados reconocía el magisterio de Pedrell, su influencia en la formación musical de Granados es ambigua pues mantuvieron una escasa relación personal y se enfrentaron en 1911 en una breve pero dura controversia.7

Pianista de Café

En enero de 1886 Enrique Granados comenzó a tocar cinco horas diarias en el Café de las Delicias8​, con un salario de 1200 pesetas anuales.3​ El café, que fue rebautizado más tarde con el nombre de Lion d'Or, era considerado como uno de los mejores de Barcelona. Fue descrito en su grandeza al detalle por Narcís Oller en su novela La Bogería, aunque para la época en la que Granados entró a trabajar ya se había degradado y pasado de moda considerablemente. El repertorio favorito de los clientes parecía centrarse casi exclusivamente en torno a fantasías y rapsodias recargadas de efectos y florituras varias, muy lejanas al gusto del joven Granados. El empresario barcelonés Eduardo Conde9​, buen amigo de su familia y del capitán José García-Junceda, contrató a Granados como profesor de música de sus hijos asignándole el entonces exorbitante salario de cien pesetas al mes, equivalente a sus ingresos como pianista del Café de las Delicias. En esta época Granados hizo sus primeras apariciones semipúblicas, incluyendo un concierto el 9 de abril de 1886 en el Ateneo de Barcelona, en el que interpretó junto con Ricardo Viñes la obra para dos pianos de Gottschalk Tarantella, además de la Fantasía Para Dos Pianos, Armonio y Cuarteto de Cuerda de Josep García Robles.5

A pesar de ser probablemente el profesor particular de piano mejor pagado del país, Granados se daba cuenta de que España no le ofrecía la posibilidad de terminar sus estudios musicales, de modo que se decidió a marchar a París, siempre con el apoyo de Eduardo Conde, De todos modos, y para aumentar los ahorros necesarios para un viaje de esa envergadura se puso nuevamente a trabajar en un café, esta vez en el Café Filipino de Barcelona. Permaneció allí dos meses, improvisando melodías populares y acompañando a patrones de dudosos gustos musicales, actividad que describió con punzantes detalles en su diario.3​ En septiembre de 1887 pudo por fin ponerse en camino hacia París.

París

El objetivo inicial de Granados en París era el de entrar en el muy prestigioso Conservatorio, en el que ya cursaran estudios algunos de sus maestros. Desgraciadamente contrajo a su llegada la fiebre tifoidea, y para el momento de su recuperación había superado ya la edad máxima de acceso. Enrique decidió entonces estudiar piano privadamente con Charles Wilfrid de Bériot (1833-1914), uno de los profesores del Conservatorio. Entre los otros alumnos de Bériot se contaban un jovencísimo Maurice Ravel (1875-1937) y Ricardo Viñes (1875-1943), su acompañante en el concierto del Ateneo de Barcelona de 1886, también de Lérida, con quien Granados compartía alojamiento en el Hotel de Cologne et d’Espagne de la rue de Trévise.

Bériot insistía mucho en el refinamiento tonal de la interpretación, y a esto se atribuye el particular interés desarrollado después por Granados en la técnica de ataque y en el uso de los pedales. Otra influencia de Bériot se halla en la improvisación. Además de la práctica de preludiar las obras —preparar a la audiencia con algunos temas breves improvisados antes de un recital—, la improvisación fue casi siempre un elemento presente en las interpretaciones de Granados, quien poseyendo ya un gran talento en este aspecto vio su habilidad natural muy reforzada bajo la tutela de Bériot.

Su estancia en París configuró su concepción interpretativa y lo decidió a ser compositor. París se estaba configurando como una de las ciudades culturales de referencia —Granados asistió a la construcción e inauguración de la Torre Eiffel—, con una caleidoscópica vida musical en la cual los academicismos de César Franck, Vincent d'Indy o Camille Saint-Saëns convivían con las innovaciones promovidas por Enmanuel Chabrier, Claude Debussy, Gabriel Faure, Paul Dukas, Cécile Chaminade o Isaac Albéniz. Además de formarse con Bériot, París le dio a Granados la oportunidad de consolidar su amistad con Albéniz, que había sido condiscípulo suyo en Barcelona, y de conocer a los músicos franceses más representativos del momento, como los mencionados Fauré, Debussy, Dukas, D’Indy o Saint-Saëns y más tarde a Eugen D'Albert, Teresa Carreño, Maurice Ravel e Igor Stravinsky, entre otros

Las crónicas de Viñes aclaran que, además de estudiar, los alumnos de Bériot también se divertían cuanto podían y frecuentaban los famosos cabarets y teatros de la época, tales como la Comédie-Française. Viñes y Granados alquilaron un extraño triciclo con el que daban largos paseos por París, y Granados se aficionó también allí a la pintura frecuentando la casa del pintor Francesc Miralles —vecino suyo en Barcelona durante su infancia—, amistad de la cual surgiría más tarde la inspiración para alguna de sus obras. En julio de 1889 y tras varios intentos infructuosos de atraer el interés de los editores parisinos hacia sus obras, Enrique Granados regresa a Barcelona.

Más información en https://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Granados

 

Las cookies nos ayudan a ofrecer nuestros servicios. Al utilizarlos, aceptas que usemos cookies. Más información

Aceptar