JOSEFA ROCA SALVADOR, profesora de guitarra, conocida mayormente con su propio nombre artístico de PEPITA ROCA, nació en Valencia el día 23 de abril del año de 1897. Recibió sus primeras nociones de guitarra a la edad de 8 años bajo la dirección de D. Joaquín García de la Rosa, para continuar poco tiempo después con el mismo Tárrega, del que recibió sus enseñanzas hasta el mes de noviembre del año 1909, días antes de su muerte.
Formada en la depurada técnica del maestro, fue una auténtica virtuosa de nuestro bello instrumento, y su arte quedó patente en todos sus innumerables recitales, así como en su no menos importante tarea docente de transmitir a su vez todo el saber recibido. Fue desde el año 1948 profesora de guitarra de la Sociedad Coral El Micalet hasta el comienzo del curso 1955-56, que es llamada por Manuel Palau, director del Conservatorio de Valencia, a ocupar la plaza de profesora de guitarra en el propio Conservatorio, labor que tuvo que abandonar en breve al serle diagnosticada una grave enfermedad que la llevó a la ciudad condal para una intervención quirúrgica de la que desgraciadamente ya no pudo recuperarse, quedándose a cargo de sus alumnos una de sus más entusiastas y queridas discípulas, María Rosa Gil del Bosque.
Pepita Roca, procedía de una familia valenciana de condición alta, acomodada, y en su casa paterna eran frecuentes las veladas artístico-musicales (costumbre muy en boga en aquella época), y fue en una de esas reuniones celebradas en casa de sus padres, en la que estaba como invitado de honor un día, Francisco Tárrega. El maestro dio un recital a todos los asistentes a la reunión y tras él, tocó la joven Pepita, y fue tan grande el entusiasmo que despertó en Tárrega, que desde ese momento se convirtió en su discípula. Cambió su trayectoria y le ofreció toda su técnica. Algo similar le ocurrió a María Rosa, en el momento de ponerse en manos de su nueva profesora.
Se puede decir de Pepita que era una mujer muy culta y las jóvenes valencianas de cierto nivel económico que querían aprender a tocar un instrumento para enriquecer sus "dotes" y no se habían decantado por el piano, lo hacían por la guitarra, teniendo en ella a una excelente profesora. Después de estar Pepita casada, las veladas musicales seguían produciéndose en su casa con asiduidad y en ellas una gran protagonista por excelencia era Rosa, a la que su profesora siempre la ponía como ejemplo y modelo por su capacidad de estudio ante el resto de condiscípulos.