Trovador guitarrista árabe-valenciano.
Son de gran valor todas las tradiciones que, además de ser verosímiles, coinciden con hechos y fechas históricas de indudable autenticidad. En ese concepto acogemos la del cantor de Aben-Jet. Es fama que allá por los años de 1169, un moro valenciano, poeta y músico, tan pobre de caudales como rico de fantasías; compuso una canción de carácter popular, de la inspiración tan ingenua y de cadencias tan asimilables, que pronto logró gran aceptación, llegando a ser el elemento obligado en todas las zambras, a pesar de las severas censuras de los muslines encargados de velar por la pureza de las costumbres. Las exigencias reiteradas de estos santones y las intrigas de los envidiosos enemigos dél músico, lograron a la postre que Muley-Jarek, hombre de escasa inteligencia, prohibiera aquella canción como perniciosa para las costumbres muslímicas y desterrara a su autor de Valencia. Abrumado . por el castigo, exhausto de recursos y despreciado por los fanáticos sectarios del cadí, salió Aben Jot de la región valenciana, llevando por todo bagaje su inseparable "guiterna", en cuyas metálicas cuerdas dormía el alegre y sugestivo cantar, inocente causa de su desventura.
Penalidades sin cuento hubo de sufrir para poder vivir, cuando, al llegar a Kalat-Ayud ( Calatayud), aguijoneado por la necesidad, resolvió dar a conocer de nuevo su canción, con la esperanza de recoger algunas monedas, aunque temeroso de que se renovara allí la prohibición de que en Valencia había sido objeto. Después de grandes vacilaciones, se dirigió a un arrabal poco concurrido, entonó su arabesca melodía, y cual no sería su asombro al ver que a la indiferente curiosidad de los transeuntes, seguían las vacilaciones de la emoción. Alentado por tal comienzo, cantó una segunda copla, que fué acogida con frenético entusiasmo por la multitud que ya le rodeaba. A este aplauso del pueblo siguió la aprobación de los magnates, que a su vez creyeron ver sintetizados en aquellas originales notas los románticos ensueños de su raza, la expresión del sentimiento popular en su más alto grado, el espíritu fugaz que exteriorizaba de una manera vaga y poética, las cualidades más salientes de su carácter.
El triunfo de Aben-Jot estaba asegurado, y sin embargo, las lágrimas surcaban sus mejillas día tras día, hasta marcar en ellas indeleble huella. ¿ Eran, acaso, de satisfacción o de amargura porque aquellos laureles llevaban oculta una incurable melancolía, por el injusto destierro a que estaba condenado ? Difícil es analizar las profundidades del corazón humano y sus misteriosas angustias. La canción del músico proscripto se popularizó en breve por Aragón, luego por toda España, y desafiando el tiempo al través de los siglos, llega hasta nosotros en su forma cristiana de Jota único tributo que rinde el pasado al apellido del moro valenciano que la creó. Tal vez la Jota que hoy se canta no sea el eco exacto de la inspiración de su autor; sus accesorios melódicos y su desenvolvimiento poético deben haber cambiado mu chas veces en el transcurso de los años, pero el motivo musical a que dió forma Aben-Jot y que nuestra nacionalidad se ha apropiado, no desaparecerá jamás. El rosal cambia de forma y de flores todas las primaveras, y no por eso deja de ser siempre el mismo rosal.
Ofrece vivo interés para el observador esta perpetuidad tradicional, singular privilegio inherente sólo a los cantos populares, puesto que los demás géneros sujetos a la influencia de los tiempos, suelen ser tan efímeros como lo es el sonido, su manifestación primitiva, circunstancias que no sabemos si atribuir a que la música, nacida de un sentimiento colectivo, suele ser reflejo de algo trascendental que palpita en el corazón nacional, o a que en los cantares de esta índole la letra se somete al ritmo, en vez de imponérsele, quedando así demostrado que el refriado de la música comienza donde acaba el de la poesía, o que estas manifestaciones musicales son uno de los signos más característicos del genio nacional. Problema es éste que dejamos íntegro a mayores ilustraciones. ''La Música en Valencia", por el Barón de Alcahali Copiado en la Biblioteca del Palacio de la Diputación de Barcelona en día 15 de Enero de 1931. D· Prat.
COPLA
La Jota nació en Valencia
Y de allí vino a Aragón;
Calatayud fué su cuna
A la orilla del Jalón
(D. Prat, Diccionario de 1934)