Cante de cuatro o cinco versos octosílabos, que pertenece a los llamados cante minero-levantinos. A partir del fandango popular de Cartagena se fue configurando la cartagenera. En este proceso tuvieron mucha influencia figuras del cante flamenco de la época, a finales del siglo XIX. Se ha dicho de la cartagenera que es "el más bello cante levantino, aunque no presente la variedad de la malagueña, ni goce de la popularidad de la taranta". Es uno de los cantes más difíciles de la gama minero-levantina.
Según Ángel Álvarez Caballero: "La cartagenera es un estilo que no ha tenido muchas variantes. Todas las que conocemos se parecen bastante, porque quizás todas parten del mismo estilo al que los grandes profesionales que cultivaron el género (Rojo el Alpargatero, Chacón, Cojo de Málaga, Escacena, Manuel Centeno...) añadieron sus matices personales, pero sin variar la estructura del cante gran cosa. Quizás la que más se diferfencia es la llamada "Cartagenera de la Trini", porque, en realidad, es un híbrido que tiene más de malagueña que de cartagenera".
Faustino Núñez, en cambio, distingue varios tipos fundamentales de cartagera: la llamada "Cartagenera Clásica", que sigue la tradición de las que se cantaban en el local del Rojo el Alpargatero, que continúan La Peñaranda y Chacón; cante inspirado en los cantes de madrugá. Otro tipo sería la cartagenera realizada por el Niño de Cabra. El tercer tipo sería la llamada "Cartagenera Grande", de Chacón y en cuarto lugar está la cartagenera que creó Chacón a partir de una malagueña de El Canario.
Ricardo Molina y Antonio Mairena, en su tratado "Mundo y Formas del Cante Flamenco", mantienen la siguiente opinión acerca de la integración de la cartagenera al contexto del cante flamenco: "El auge de la cartagenera coincidió con el de la malagueña: sitúase entre 1890 y 1920. La extraordinaria personalidad de Chacón contribuyó en gran escala. Chacón engrandeció este cante, lo popularizó entre los buenos aficionados de toda España y lo prestigió considerablemente. Su ejemplo cundió entre los cantaores, suscitando una pléyade de magníficos intérpretes. El cultivo simultáneo de cartagenera y malagueña se tradujo, por impulsos mútuos bien perceptibles en algunas creaciones del maestro jerezano.
Fue Chacón una figura decisiva. Pronto surgió un grupo de seguidores, excelentes la mayoria, entre los que destacaron Cayetano Murial ("Niño de Cabra") y Manuel Centeno. Fuera de la influencia artística de Chacón hay que mencionar a Manuel Torre y Pastora Pavón, que la interpretaron -el primero sobre todo- acentuando el estilo gitano. De valor excepcional fue el "Niño Escacena".
También José Blas Vega resalta la capital aportación de Chacón en la estructuración de la cartagenera, y desciende, a este respecto, a sus orígenes: "Por el año 1891 Chacón frecuentó Almería, donde conoció a Frasquito Segura ("El Ciego de la Playa"), del que aprendió genuinas genialidades, que tan útiles le serían en el importante desarrollo musical que hizo de los cantes levantinos. Su desbordante afición le llevó también por estos años a hacer frecuentes viajes a Cartagena, La Unión, Los Alcázares y otros pueblos murcianos, invitado principalmente por el Rojo el Alpargatero, con el que le unía una gran amistad. Chacón, siempre tan aficionado, tuvo ocasión, durante las temporadas que allí pasó, de apreciar la rica gama de cantes y musicalidades propias de la región, logrando más tarde,con su desbordante personalidad, llevar estos cantes al grado máxima de perfección."
Como se puede apreciar, la figura de Chacón y su influjo en los cantes minero-levantinos, viene reconocida por la opinión más autorizada del cante flamenco y, en particular, por lo que hace a la historia de la cartagenera ha quedado como sello calificador la siguiente cartagenera del genial cantaor jerezano:
Si vas a San Antolín
y a la derecha te inclinas,
verás en el primer camarín
a la Pastora Divina,
que es vivo retrato a ti.
Según Blas Vega, hay una característica común en el cante por cartageneras y es su condición de cante urbano, tal y como lo señalan sus letras antiguas, sus primeras letras, donde apenas aparece el tema minero, hecho que no ocurre en la taranta, en la que lo minero es el tema principal. De ahí deduce el citado autor que los cantaores que forjaron la cartagenera, prácticamente profesionales, no tenían nada que ver son la misma. Con la cartagenera clásica aparecen, sobre todo, temas de tipo local y personal:
Un lunes por la mañana,
los pícaros tartaneros
les robaron las manzanas
a los pobres arrieros,
que venian de Totana.
Como ya se ha dicho, la cartagenera tuvo su auge entre 1890 y 1920. Después fue declinando en el gusto del aficionado flamenco, hecho que ocurrió, en general, con todo el cante levantino, cuando se extinguió el boom de la mineria de la zona, para volver a una recuperación posterior en el último cuarto del siglo XX, y todo ello por la influencia del Festival del Cante de las Minas.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco.- Ed. Cinterco, 1988.
Faustino Núñez.- Todo el Flamenco.- Club Internacional del Libro.
Ricardo Molina y Antonio Mairena.- Mundo y Formas del Cante Flamenco.
Á. Álvarez Caballero.- Por cartageneras.
DISCOGRAFÍA RECOMENDADA
Por Cartageneras.- Hispavox, 1992.
Grabaciones Históricas.- Hispavox, 1989.